sábado, 16 de noviembre de 2013

EL SIGLO XXI: ¿EL SIGLO DE LOS MUROS FRONTERIZOS?

Un planeta amurallado

Si el siglo XVIII fue considerado el “siglo de las luces”, el XXI puede llegar a considerarse “el siglo de los muros fronterizos”.

Bajo la invocación de una supuesta “seguridad” amenazada, se construyen más y más kilómetros de todo tipo de muros terrestres, marinos y en los últimos tiempos incluso también espaciales.

A finales de 2010, según diversas fuentes, de un total de 40.000 kms. de fronteras cerradas las murallas alcanzaban ya 20.824 kms. Más de la mitad del diámetro del planeta. Paradójicamente, la mayoría se construyeron después de 1989, año de la caída del muro de Berlín.

La función de estas fronteras-muro ya no es tan solo la vieja aspiración de la delimitación estable del territorio. En la actualidad, su funcionalidad principal es limitar o impedir el tránsito de las personas, su derecho a circular por el planeta, a entrar en el territorio de un Estado y a salir de él, por ello puede hablarse de una globalización amurallada. Como escribe Andrés Ortega, el significado de los muros ha variado, se ha invertido, porque “los muros de la guerra fría eran para no dejar salir. Los de la globalización son para no dejar entrar”.

Ningún continente se libra de esta parcelación física del planeta. En Europa contábamos ya con la división en dos del territorio chipriota, desde 1974; a ello se añade hoy el anuncio de construcción de un muro en la frontera greco-turca y otro en la frontera entre Bulgaria y Turquía. En África no debemos olvidar el muro del Sáhara Occidental, los de Ceuta y Melilla, el establecido entre Bostwana y Zimbabue y los creados por la Sudáfrica también con Zimbabue y con Mozambique. En Asia la fiebre constructora y separadora alcanza grados difícilmente superables. El muro que separa México de los EE.UU. cuando esté terminado alcanzará más de 1.200 Km.

Otra característica de los actuales muros es su creciente y sofisticada tecnología que incluye según los casos varios tipos de vallas de contención, más o menos elevadas, electrificadas, con cuchillas y otros elementos de importante riego para la integridad de las personas; iluminación de muy alta intensidad, detectores de movimiento, sensores electrónicos y equipos de visión nocturna; vigilancia permanente con camionetas todo-terreno; helicópteros artillados y hasta minas antipersonas. Tamaña perversidad en su diseño, que en ocasiones convierten algunos muros en verdaderas armas mortíferas, lleva a recordar su analogía con la meticulosa y precisa planificación de los campos de exterminio nazis.

Las vallas o muros de Ceuta y Melilla

A mediados de los años 90 del pasado siglo el Gobierno español levantó 8,2 kms. de alambrada en Ceuta y 12 kms. en Melilla para evitar el paso de inmigrantes sin papeles desde Marruecos.

En 2000, el sistema se reforzó con tres vallas paralelas y en 2005, tras las avalanchas que causaron la muerte de 14 personas, se incrementó considerablemente su altura hasta 6 metros, se colocaron cámaras infrarrojas, difusores de gases lacrimógenos, sistemas que impiden el uso de escaleras, un laberinto de cables trenzados y piquetes de hasta 3 metros de alto. Ello no impidió que en 2006 se produjesen otras víctimas mortales. En la actualidad el amurallamiento se intensifica con la implantación de peligrosas cuchillas cuya finalidad disuasoria consiste en la hipótesis de provocar graves heridas e incluso la muerte de quien intente traspasarlas.

No se trata ya de delimitar territorios estatales, sino de levantar muros que abiertamente violan las obligaciones de cooperación y de buena vecindad entre Estados, que segregan, discriminan, impiden la comunicación, separan, dividen, dificultan la convivencia, desconfían del otro, muchas veces sometido a toda clase de sospechas. Hechos que, en palabras del profesor Ángel G. Chueca podríamos calificar como “inamistosos y contrarios a las buenas relaciones que exige la vecindad internacional”. En ocasiones, su construcción se materializa con la proyección de elementos de riesgo de daños concretos contra las personas, que de producirse y probarse podría acarrear la responsabilidad interna o internacional de los Estados constructores.

La falsa eficacia de los muros. Interrogantes y exigencias

Pese a su aparente sofisticación, la construcción de estos muros puede ser considerada como una acción destinada al fracaso, al menos a medio plazo, pues no logran detener el fenómeno migratorio ni garantizan la seguridad.

Por el contrario ha tenido y tiene inmediatos y perniciosos efectos secundarios: En primer lugar, constituye un espectacular estímulo a la industria de falsificación de documentos de identidad; en segundo lugar, ha impulsado la excavación de decenas, cientos de túneles bajo las murallas; finalmente no ha detenido la corriente migratoria ni ha descendido el número de fallecidos en su intento de cruzar las fronteras.

En el caso de Ceuta y Melilla, una de las consecuencias más evidentes de estas vallas es haber obligado a muchos inmigrantes subsaharianos a buscar la peligrosa y frecuentemente mortal alternativa de entrar en la Unión Europea por mar, sobre todo a través del Mediterráneo, véase por Lampedusa, o por Canarias.

La fiebre constructora de murallas físicas (y no solamente de ese tipo) nos conduce a formular una serie preguntas y exigencias:

-¿Cuándo lograremos una libre circulación migratoria a nivel universal, superando esta globalización incompleta, economicista y segregacionista y abandonando las soluciones estatales, en numerosas ocasiones centradas tan sólo en el corto plazo?

-¿Resistirá esta globalización el creciente amurallamiento –incluso pluriamurallamiento- de tantos estados?

-¿Debemos asistir a la muerte de alguna persona en la valla de Melilla para reaccionar contra el amurallamiento y reclamar responsabilidades jurídicas que pudieran haberse evitado?

-¿Tendremos en palabras del profesor. Ángel G. Chueca que establecer una nueva rama del ordenamiento internacional, la que en el futuro estudie la “murología”?

El respeto de los Derechos Humanos de todas las personas debe llevarnos a exigir el replanteamiento de las políticas de amurallamiento y en particular la diseñada por la Unión Europea y sus Estados miembros y de forma inmediata la eliminación de todos aquellos elementos instalados en los muros que, por su intrínseca peligrosidad, puedan suponer un riesgo para la integridad de las personas.

ÁNGEL G. CHUECA. IN MEMÓRIAM

Con gran dolor y casi sin haber podido todavía asimilar la noticia, el día 25 comunicaba el fallecimiento del amigo y compañero, Ángel G. Chueca.

“Con inusitada virulencia y rapidez un cáncer digestivo ha sido la causa inmediata de su muerte. Incansable luchador en pro de los Derechos Humanos, con su fallecimiento el “ius migrandi” estará también de luto en estos días. En momentos tan difíciles, recogiendo el legado de Ángel, resulta obligado para todos nosotros el reafirmar nuestra tarea colectiva de proseguir defendiendo consecuentemente los derechos humanos de las personas migrantes”.

… … …

Hace apenas algunos meses, en la Sede del Consejo General de la Abogacía, celebramos, con el concurso de Ángel, los 20 años del inicio del trabajo colectivo de la abogacía española en la Defensa de los derechos de las personas migrantes.

Por idénticas fechas, casi al alimón con el Curso de Especialización en Derecho de Extranjería para jueces y magistrados, inaugurábamos la 13 Edición del Máster en Migraciones Internacionales y Extranjería.

Poco después nos embarcaríamos en la organización de una nueva edición de los Cursos Universitarios sobre Derecho Migratorio de la UE y el habitual de Introducción al Derecho de extranjería y su práctica.

En el mes de abril participamos activamente en la Sesión de trabajo del Seminario de Investigación para la Paz desarrollando la ponencia “Los Derechos Humanos de las personas migrantes, exigencia de justicia”, además de organizar la Sesión 19 del Seminario Intermigra en la sede del Colegio de Abogados de Zaragoza; y en el mes de mayo proyectamos la realización de un Curso sobre Derecho Procesal Europeo para abogados y juristas que debería comenzar en el mes de septiembre de este mismo año.

La última semana de mayo además de participar con Ángel en la inauguración en el Colegio de Abogados de Zaragoza de la exposición “Derechos Humanos, ¿todavía?”, compartí con él mi “Medalla al mérito de la Abogacía” destacando el relevante papel que en el plano personal, intelectual y académico ha significado mi amistad y relación con Ángel.

En el mes de junio, impartíamos la Sesión inaugural del Curso de extranjería para nuevos Abogados del Turno de Oficio y como casi todos los años nos acompañó en el desarrollo de las Sesiones del 23 Encuentro de la Abogacía de Extranjería y Asilo celebrado en Lleida del 13 al 15 de junio.

Todavía el 5 de julio, casi en la víspera de su hospitalización y ya conocedor de su grave enfermedad, asistimos juntos a la reunión convocada en el Seminario de Investigación para la Paz para analizar las posibles actuaciones jurídicas frente a los decretos sanitarios que limitan el acceso a los servicios de salud pública de los inmigrantes en situación irregular…

El día 9, Ángel era hospitalizado y el día 25 de julio fallecía en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza como consecuencia de un fulminante y devastador cáncer digestivo rodeado de su mujer, hijos, familiares y amigos.

… … …

Si he querido resaltar en forma casi minuciosa estos últimos meses, semanas, de la vida de Ángel, lo ha sido con la pretensión de presentar en forma destacada algunas de las facetas personales e intelectuales que siempre estuvieron presentes en su dilatada vida profesional: De una parte, su obsesión por el más exigente rigor técnico-académico y su apasionada entrega al trabajo y de otra, su comprensión del derecho como herramienta de intervención en el mundo real. Calidad técnica y calidad emocional; unidad de la teoría y la praxis fueron unas constantes permanentes en el desarrollo de todo nuestro trabajo académico-profesional. No entendíamos lo uno sin lo otro.

El Derecho como guía para la acción de los juristas, como instrumento transformador de la realidad; una realidad con la que tanto Ángel como yo fuimos siempre profunda y coherentemente críticos. Una realidad en la que los derechos de los más débiles no encuentran una adecuada protección y que por ello precisan de mecanismos y personas que los defiendan y garanticen y que al menos sean capaces de mitigar las consecuencias más perniciosas de este injusto y desigual orden social.

La continua e innovadora aportación del Catedrático, Profesor, Ángel G. Chueca, difícilmente podrá ser reemplazada; sin embargo, y en ciertas ocasiones así lo dejamos tácitamente acordado, en el caso de ausencia de uno de los dos, la tarea común que hace ya cerca de 20 años emprendimos debería ser continuada por uno u otro con el concurso de todos los amigos y amigas, compañeros y compañeras que han compartido y comparten idénticos o similares principios.

He querido dejar para el final, lo que quizás hubiera debido figurar al comienzo de estas líneas: la pasión de Ángel por la consecución de un mundo gobernado por los valores encarnados en la protección, respeto y promoción de los Derechos Humanos: igualdad y no discriminación de todas las personas; solidaridad y promoción de los Derechos Humanos culturales, económicos, políticos y sociales; la fraternidad más completa entre conciudadanos universales en un mundo que resuelve pacíficamente sus conflictos.

Para algunos utópicos e inalcanzables deseos, eran éstos los ejes principales de sus convicciones personales e intelectuales y que con la más plena identidad compartí y comparto. En irrepetible sintonía de proyectos, ideas y utopías quien hace este esfuerzo por recordar el camino recorrido con Ángel, afirma que tratará, mientras las fuerzas físicas e intelectuales me acompañen de proseguir la tarea que tan intensamente durante varias décadas desarrollé mancomunadamente con Ángel.

(Este sería el momento en que, como siempre era habitual entre nosotros, procedería a remitir el texto a Ángel para su revisión, visto bueno y sucesivas versiones. Aunque parezca inverosímil, así lo he hecho y colocándome en el punto de vista de Ángel, que estimo conocía muy bien, y tras la lectura del texto me habría dicho esta frase… “por mi, final”).

Hasta siempre querido amigo y compañero